
Hormigón, alma y nuevas miradas: mi experiencia en Bodegas Ladrón de Lunas.
El pasado 5 de Septiembre de 2025 tuve la oportunidad de visitar Bodegas Ladrón de Lunas, en Requena, y todavía sigo emocionada con todo lo vivido. Fue mucho más que una visita: fue un encuentro con la historia, la tradición y la esencia de una de las bodegas más singulares de España, pero también una ventana a lo que hoy marca el camino en el mundo del vino.
En este artículo exploraremos qué significa realmente este concepto, cómo está cambiando las experiencias de cata y qué papel juega en la forma en que nos relacionamos con el vino hoy.
Bodegas Ladrón de Lunas, una bodega singular
La bodega ocupa un espacio con más de cien años de historia, un lugar donde el pasado sigue vivo en cada rincón. Su estilo ecléctico y modernista la convierte en una joya arquitectónica de referencia en la Comunidad Valenciana. Fue obra del arquitecto Demetrio Ribes Marco, conocido también por proyectos emblemáticos como la Estación del Norte de Valencia, la Casa de Correos de Castellón o su participación en el Mercado de Colón de Valencia.



Los orígenes
En sus orígenes, el conjunto estaba formado por un palacete señorial, la bodega de elaboración, la casa de los vendimiadores, la vivienda de los caseros y la bodega de crianza o conservación. Todo ello bajo la herencia de la familia Oria de Rueda, reconocida en la comarca, que convirtió esta bodega en una de las más grandes de su tiempo en toda Europa y pionera en el uso de maquinaria industrial para la elaboración del vino. Su exclusividad reside tanto en la arquitectura como en las formas de producción, marcando un antes y un después en la historia vitivinícola de la región.
Ese legado se percibe aún hoy en sus depósitos de hormigón, que sustituyen al acero inoxidable tanto en fermentación como en guarda. Lejos de ser un simple vestigio del pasado, aquí se han mantenido como símbolo de autenticidad y de respeto a una tradición que se niega a perder su voz.



Fernando Martínez Relanzón, el alma de la bodega.
La jornada estuvo guiada por Fernando Martínez Relanzón, el alma de la bodega. Escucharlo hablar de este proyecto, nacido del deseo de dar continuidad a una forma de entender el vino arraigada en Requena, fue inspirador. Cada palabra y cada gesto transmitían pasión, dedicación y un profundo respeto por la historia de este lugar.
Durante la visita tuve la suerte de probar algunas de sus últimas novedades, entre ellas los blancos elaborados con godello y albariño. Dos variedades que representan un reto en estas tierras, pero que, interpretadas con maestría, se convierten en vinos frescos, complejos y con alma. Una apuesta que demuestra cómo la innovación varietal puede integrarse en un marco histórico sin perder coherencia.
Además, presencié el inicio de la vendimia, con la entrada en bodega de las primeras uvas destinadas a cava. Fue un momento especial, cargado de ilusión y de esa energía única que transmite el comienzo de una nueva cosecha.
Me fui de Bodegas Ladrón de Lunas con el corazón lleno de gratitud hacia Fernando por su cercanía y hospitalidad. Estoy convencida de que sus vinos, por su esencia, complejidad y alma, serán los que me acompañen en muchas de nuestras VIKAs, porque