
Nuevas generaciones y el vino: cómo se están acercando al sector.
Los amantes del vino entre 30 y 55 años están redescubriendo el placer de sentir y disfrutar el vino de una forma más auténtica. En Vinocronikas exploramos cómo el vino
vuelve a conectar con las emociones y con quienes crecimos entre calimochos y sueños.
De los tiempos del calimocho al vino que emociona
Hubo una época —no tan lejana— en la que el vino se mezclaba con refresco y se bebía en vaso de plástico, al ritmo de las fiestas de verano y las noches eternas. El
calimocho fue el primer contacto con el vino para toda una generación. Una mezcla sencilla, popular y accesible, que aún hoy mantiene su esencia viva, sobre todo en el
País Vasco, donde sigue siendo una bebida muy consumida y parte de su identidad festiva.
Pero quienes empezamos nuestras “hazañas” con el calimocho ya no somos aquellos adolescentes de botellón. Hoy tenemos entre 30 y 55 años, y miramos el vino con otros ojos. Ya no buscamos solo refrescarnos o pasar un buen rato: queremos descubrir, disfrutar y sentir.
El vino se ha transformado en una experiencia que va más allá de lo que hay en la copa. Nos interesa su origen, la historia de quien lo elabora, el paisaje donde nace. Y sobre todo, nos interesa cómo nos hace sentir.



Un nuevo tipo de consumidor
Los restaurantes amplían sus cartas, pero muchas veces siguen aferrados a las marcas de siempre. Sin embargo, el consumidor actual —ese que valora la calidad, la sostenibilidad y la autenticidad— busca algo distinto. Ya no le basta con un nombre conocido o una etiqueta clásica: quiere descubrir vinos que le sorprendan, bodegas con alma, proyectos que le emocionen.
Y aunque la digitalización ha cambiado el juego, también lo ha humanizado. Gracias a las redes, hoy conocemos a los viticultores, las historias detrás de cada botella y el esfuerzo de quienes trabajan la tierra. El vino ha salido de las grandes marquesinas para entrar en la conversación diaria, en una publicación, en una cata virtual o en una cena entre amigos.
El vino ya no es solo tradición: es identidad, descubrimiento y emoción.



Beber con el alma
Esa conexión emocional es precisamente la esencia de nuestro proyecto en Vinocronikas. Creemos que el vino debe sentirse, no solo saborearse. Que cada botella es una experiencia única, como cada persona que la disfruta. Por eso hablamos de enología emocional, porque el vino tiene el poder de despertar recuerdos, conectar con el presente y emocionar de forma profunda y personal.
Nuestras VIKAS personalizadas nacen de esa filosofía: transformar cada cata en una vivencia, donde lo que se bebe te toca el alma. Ya no se trata de entender de vino, sino de entenderse a uno mismo a través del vino.
Brindemos por sentir
Quienes un día brindamos con calimocho, hoy brindamos con emoción. Hemos madurado, pero seguimos buscando lo mismo: momentos auténticos, personas reales y experiencias que dejen huella.
Porque el vino, como la vida, está hecho para sentirlo.
QUÉ HACEMOS EN VINOCRONIKAS
Te invitamos a descubrir el vino desde la emoción. Conoce nuestras VIKAS y vive la
experiencia de la enología emocional, donde cada copa cuenta una historia y cada
historia se bebe con el corazón.
Descúbrelo en Vinocronikas.com